
Debido al auge que en nuestra sociedad modernista y capitalista ha
tenido la música cristiana, en especial la protestante, se hace muy escabroso hablar
de este tema sin que se levanten algunas ronchas o sinsabores entre los que
lean este artículo y defiendan a capa y espada la posición en que la música
debe estar hoy. Es por ello, que
tratare de ser balanceado en la apreciación del mismo y exponer adecuadamente su
enfoque teológico y práctico para la iglesia de hoy. Y usted, trate por algún momento ver esto
desde una perspectiva distinta a lo que la corriente le expone o dice sobre el
mismo.
La música en su modalidad religiosa no es algo nuevo, esta ha
existido desde la antigüedad y es evidente en los relatos de las Sagradas
Escrituras. Es por esto, que estoy de
acuerdo en que la música ha sido parte de la expresión religiosa de sus
seguidores por muchos siglos y lo seguirá siendo. Además, que es una manera del
ser humano expresar sentimientos, anhelos,
visiones de la vida y hasta su perspectiva de Dios. Sin embargo,
debemos saber que en origen la música era solo para la misa o culto
religioso, no salía de las paredes de la iglesia, ya que, era parte integrada del
todo del servicio y no un ministerio aparte que colabora como se ve hoy en un sinnúmero
de iglesias.
Con la influencia de la modernidad en la iglesia protestante, empezó la proliferación de ministerios
individuales de música que no necesariamente responderán al culto o servicio local. Estos se enfocarán en transcender las
barrearas de los cultos utilizando pretextos como la evangelización y otros
puntos de expansión religiosa. Sin embargo, las intenciones originales fueron
influenciadas más allá de los propósitos de evangelizar, en épocas más
recientes y con el desarrollo de los movimientos carismáticos, surgen ministerios musicales que se exponen en
los medios televisivos, conciertos y llegan a acuerdos con casas discográficas
para promocionar y hacer capital con sus producciones. Además, viene a ser conocido el estilo de música
religiosa como “música sacra” o “góspel” por su término en inglés. Esta expansión ha generado grandes debates
de cómo y hasta donde los llamados cantantes cristianos deben llegar y de cómo
afecta o beneficia a la iglesia este asunto.
Por un momento es saludable hacer mención y ver los efectos que
han tenido los términos en que se conoce la música cristiana hoy día, “góspel”
o “música sacra”. Estos términos no necesariamente nacen en el
vocabulario del mundo, pero si son adaptados por él. A estas alturas podemos ver estos términos ser
utilizados sin el sentido propio de la fe en concursos, tiendan de música secular, televisión, radio,
Premios Billboard, Grammys, etc. No
obstante, el asunto es más serio de lo
que los creyentes piensan, ya que, esto es otro paso en la secularización de la
fe cristiana. Se define la secularización
como la pérdida del significado de lo Sagrado, en donde los términos de fe son reducidos
a una idea o concepto entre muchos. Esta secularización del término lleva a la música
cristiana a ser clasificada por el mundo con un estilo adicional, perdiendo el mérito
o al menos la apreciación de una que debe transformar al hombre y acercarlo a
Dios. Su métrica para la sociedad y la farándula
ya no será necesariamente el mensaje que lleva, sino cuantos discos ha vendido
o cuantas semanas se mantuvo en el primer lugar de las tablas discográficas. Además, no solo es la secularización de una
parte esencial de la expresión de fe de los creyentes, sino también de su
contenido, el cual es pasado por alto o considerado como una “buena lirica”,
dejando atrás la perspectiva de la palabra expresada.
Ciertamente, no hay nada malo con dar a Dios y al mundo el talento
que por su gracia nos ha conferido, más bien es un deber y responsabilidad
hacerlo. No obstante, lo que hace
levantar la bandera es ver como ese talento puede perder la perspectiva
correcta de un ministerio útil para el Señor y convertirse en una habilidad o un
talento más dentro del mundo del espectáculo. Es por eso el cuestionamiento, hasta donde un llamado ministerio de música
realmente lo es o viene a ser uno meramente competitivo e inclinado a la
ganancia, el lucro o la fama y aparte a la visión congregacional de la Iglesia.
La gran tentación de la mayoría de los ministerios sobresalientes
de iglesias locales es la incursión en el mundo de la “farándula cristiana”. Su atracción hacia el espectáculo pone de
relieve los grandes peligros que los talentos de la cristiandad tienen al ser arrastrados
por la modalidad mundana de la fama. Es por esto, que cuando analizamos el efecto
de la música cristiana en los términos de servicio, convertidos y crecimiento
de la iglesia nos cuestionamos si realmente son ministerios. Si son capaces de llevar a las masas a Cristo
o simplemente hacerlas sentir bien sin una invitación formal a recibir la
fe. Vemos como muchos componen usando
letras que no se sabe a ciencia cierta a quien se la dedican, si es a Dios o a
su novia o alguien en particular. Por
otro lado, también se cuestiona por qué cuando un ministerio se desarrolla en
la iglesia su intención es salir, olvidando su iglesia local y por ende
afectando su servicio y desarrollo.
Cuando estudiamos la etimología de la palabra ministerio, veremos que significa servir o servicio. Ahora, este servir según la definición bíblica
debe estar marcado por uno desinteresado, lejos de la ganancia personal (dar
por gracia) y en completa armonía con la función de la iglesia. MT 6:3;
MT 10:8; Lc 6:35. Así pues, el verdadero ministerio es aquel que da sin
esperar nada a cambio, es desinteresado, no busca el lucro ni la ganancia
personal y no persigue la fama o el reconocimiento. Si esto es así, ¿Cómo definimos los ministerios
musicales que vemos hoy?
Desafortunadamente los ministerios de música cristiana que
incursionan en la vida de farándula, no guardan estas características. Estos ministerios viven del “rating” y el
lucro, deben vender para “vivir”, sin contar lo fenomenal que es salir premiado
en un certamen anual de música secular, lo cual aumenta su valor en el mercado. Esto contrasta diametralmente con el modelo
de ministerio de Jesús, la visión de los apóstoles y la historia de la Iglesia
cristiana hasta hoy. Llevando esto a un
plano más profundo, es la influencia de un sistema económico de ganancias y
lucro llamado capitalismo, el cual es un sistema mundano de dar esperando algo
a cambio, lo cual está lejos de la definición de ministerio.
Cuando se estudia las debilidades del ser humano, es fácil poder identificar
las inclinaciones que tiene hacia el pecado y el mundo, cosas de las cuales las
Sagradas Escrituras nos recomienda apartarnos. Stg. 4:7, Efe 4:27. No obstante, el orgullo, la vanidad y el interés
que genera estar en las lista de los más vendidos, en tener una agenda cargada
de compromisos, la participación en los medios, los conciertos y otras, generan
sentimientos y ansiedades de cuales ya las Sagradas Escrituras nos había advertido.
Es por esto, que al razonar a la luz de
la Escritura el concepto de ministerio, nos encontraremos con grandes dificultades
para poder referir con este término a muchos de los llamados “ministerios
cristianos”.
Otro asunto llamativo es ver como estos ministerios se desligan
casi en su totalidad de la iglesia local. Como pastor entiendo que la iglesia
local es uno de los asuntos que cada cristiano debe proteger. Es donde crecemos, maduramos en la fe, aprendemos
la palabra y nos consolidamos como buenos creyentes. Aprendí, que ningún ministerio será saludable
sin una iglesia y un pastor que los dirija.
Sin embargo, la pregunta obligada aquí será, ¿porque sucede esto?, ¿Por
qué se ven tentado a salir a “ministrar”, abandonando su iglesia local? Eso será algo que debemos evaluar y redirigir
de alguna manera.
El ministerio es servir a otros, es dar por gracia lo por gracia
nos fue conferido, jamás la ganancia, fama o lucro debe ser parte de él. Si fuera así, no es uno autentico y genuino,
es solo una empresa más en la que se usa el nombre y una fraseología religiosa
para justificarlo como cristiano, pero en realidad no lo es. Es inmoral que un ministerio cobre por cantar
en una actividad de una iglesia, como inmoral es que una emisora de radio
cristiana le cobre a cantantes para pasar su música. Si un llamado ministerio condiciona su participación
al dinero, promoción o popularidad que le pueden dar, entonces ha perdido
totalmente la perspectiva de la santidad de lo que es servir sin esperar nada a
cambio.
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