Se abre la escena en donde se invitan a las iglesias y sus líderes a participar de un congreso en el cual se proveerán “herramientas” esenciales para el desarrollo del líder cristiano.  Con una publicidad convincente y personas prominentes se anuncia por los medios de comunicación la importancia de invertir en el desarrollo del liderazgo de la iglesia.  Sin embargo, al ver la lista de participantes raramente las personas observan la diversidad de ideas, visión y conceptos que los ponentes de estas conferencias traen consigo, muchas inclinadas a la fe y otras de pura visión corporativa secular.  Por ejemplo, viene un pastor que,  por lo general,  es de una mega iglesia “exitosa” de los EE.UU, un empresario de una corporación que ha tenido un crecimiento notable a dar los pormenores de su súbito éxito y no necesariamente persona de la Fe.  Como tercer ponente, hace falta un motivador que con anécdotas y conocimientos de la psicología comercial sature de alegría el lugar, dejándonos con la boca abierta y llena de emoción.  Finalmente, el ponente del llamado a la conciencia, el que tomará todas estas ideas y nos dirá que para cumplir la meta en el Señor, Dios habilitó este congreso.  Las palabras visión, éxito, emprender,  innovar y las relacionadas al carácter serán las que dominan los temas del día.  Al final se hará una oración y sin juicio alguno se dará por sentado que todo lo dicho en el llamado congreso era palabra de Dios.

               Aunque lo antes expuesto puede sonar algo hipotético, no creo estar lejos de lo que comúnmente se anuncia en los medios.  Evidentemente,  es saludable y no debe haber ningún problema con el desarrollo de congresos para líderes de iglesia, lo complicado no es la actividad en sí, sino la mezcla de conceptos de un liderazgo secular que no guarda ninguna relación con los principios que mueven al liderazgo eclesial.   Es responsabilidad de cada líder de congregación,  llámese  pastor, obispo o presidente,  establecer las fronteras de hasta dónde el liderazgo de su iglesia se mueve por una estrategia adoptada del concepto secular, de aquella que es movida por los elementos de la fe.  Como parte de su reflexión debe tener presente que la falta de este continuo ejercicio provocará cargas y malos entendidos entre el liderazgo y estorbará el desarrollo genuino de la comunidad de Fe de la cual es responsable.   El liderazgo cristiano aunque requiere cierto conocimiento y destreza,  no nace de una idea o metodología empresarial, es uno que nace de la convicción de que Dios le ha llamado y es a ese modelo al que debe responder.
               Las teorías del liderazgo moderno se le debe en su mayoría a Peter Drucker[1], considerado el mayor filosofo de la administración (conocida como“managment”).  Autor de decenas de libros sobre el manejo de negocios.  Impulsó ideas y conceptos innovadores que han venido a ser el estándar para muchas empresas multinacionales.  Palabras como innovación, privatización, dirección de objetivos, metas a corto y largo plazo, entre otras, son el vocabulario con el cual se ha enriquecido la métrica laboral hoy día.  Drucker, mostró mucho interés en el desarrollo de entidades sin fines de lucro.  Para el 1990 escribe un libro enfocado en este sector en el cual da ejemplos y explicaciones acerca de la misión, liderazgo, recursos, “marketing”, objetivos, desarrollo de la persona, toma de decisión y mucho más.[2]  Estas ideas desarrollaron una tendencia que pronto encontró una audiencia dispuesta en los líderes de la iglesia moderna.
               El profesor emérito de teología pastoral del seminario Teológico de Dallas, Bill Lawrence en un estudio titulado ¿Porque no podemos correr la empresa como una iglesia?[3], expone de manera comparativa la diferencia básica de la empresa y la iglesia.  Comienza por comparar un avión y un barco.  Ambos son medios de transporte,  necesitan un capitán y grupo de trabajo,  utilizan radios para comunicarse y en ocasiones han sido utilizados como elementos de guerra.  No obstante las similitudes, si se propone guiar un barco como se guía un avión el resultado será desastroso.  Según Lawrence, aunque existen elementos que se podrían conciliar al liderazgo secular con el de la iglesia, definitivamente su manejo no responde a la realidad que le da su razón de ser.  Ha sido altamente tentador para líderes eclesiales ver en compañía como Apple, Microsoft, General Motor y otras, modelos exitosos que la iglesia quisiera tener. Sin embargo,  cuando se intenta emplear la función del líder de la iglesia como la de un CEO, que posiblemente sea más exitoso que el modelo oveja-pastor, de pronto te darás cuenta que el mismo no se encuentra en la escritura.
              
             El abandono de una visión bíblica de cómo llevar nuestras congregaciones,  ha llevado a líderes a confiar en métodos o técnicas en busca de resultados, práctica que se conoce como pragmatismo.  El pragmatismo es la noción de que el significado o el valor se determinan por la consecuencia práctica.  Claro es, que es una metodología que mira modelos del mercado,  en vez de ver los ejemplos o mandamientos bíblicos.   Por ejemplo, en el libro Vida con Propósito del pastor Rick Warren el cual ha sido uno de los libros más vendido en el mundo, expone que realizó por medio de una encuesta de opinión a la comunidad que rodeaba la iglesia sobre sus preferencias musicales.  Luego de conocer el consenso popular,  se deshizo del órgano y organizó una banda de rock.  Aunque no hay nada malo con el cambio de estilo de su música, pero que basara su cambio en el consejo popular de gente no salva es altamente cuestionable.  Esa metodología definitivamente no es compatible con aquella que la Iglesia ha sostenido desde sus inicios, ser una guiada por el Espíritu Santo y el consejo sabio de los ancianos de la congregación.
               Lamentablemente, la búsqueda de estos métodos en ocasiones desvían el verdadero sentido de la Iglesia, ya que la convierten en el lugar en donde se satisfacen los gustos individualista o personales  complaciendo  como se dice “lo que le gusta a la gente”.   R.C.  Sproul expresó algo sobre esto:

Los únicos buscadores que tenemos la tendencia de atraer con los servicios orientados al buscador son creyentes que buscan una iglesia diferente.  Al presentar a un Dios que quiere que nos veamos a nosotros mismos, que no juzga ni da mandamientos, que tiene un conjunto maravilloso de consejos sobre cómo tener un matrimonio feliz y saludable, le ponemos la aprobación y sello de Dios al narcisismo.  No hay nada que le guste más a los evangélicos que se les diga que Dios los ama tal y como son…[4]

               Los principios que gobiernan el sentir de la iglesia no son compatibles con estrategias de mercadeo o publicidad.  La Iglesia es una entidad en la cual el crecimiento no lo da una estrategia visionaria o una misión articulada.  La misma escritura y tomando el ejemplo de Hechos 2:46 estipula su carácter espiritual, su testimonio constante y su crecimiento es dado por el Señor.   Más aún, ya en términos teológicos la iglesia en un organismo vivo, el cuerpo de Cristo, el cual está configurado para que crezca en proporción a la cabeza que es Él.  Ese es el norte teológico de ella, por eso me reafirmo en que es un organismo vivo, palpita con otro sentido,  y no es el de una empresa.  Es por esto, que una mirada concienzuda al ministerio de Jesús nos daría la clave de como prefijar las características del líder cristiano.  El profesor Lawrence también expuso algo muy interesante, decía: “la modalidad siempre es que los líderes eclesiales adopten formas y disciplinas de modelos seculares, y ¿porque los corporativos no adoptan modelos de la iglesia en sus empresas?”, y aunque su artículo plantea la idea de que algo así pueda suceder, la realidad es que es muy poco probable.  ¿Por qué afirmo esto?, porque los principios de uno no son compatibles con el otro.  Veamos algunos


  •  La empresa secular basa sus metas y objetivos en principio de lucro y ganancia de capital (capitalismo).  La iglesia no se basa en ese principio,  su misión es llevar la “buenas nuevas” y exponer al no salvado a la encrucijada de una decisión por Cristo.
  •  En la empresa secular sus empleados son vistos como medio para cumplir sus metas.  Se vive con el miedo de ser despedido si no cumple las metas establecidas por medio de una productividad saludable.  La iglesia no despide voluntarios, son personas afligidas y marcadas por la vida que buscan en la iglesia ese lugar que el mundo le quita. Son voluntarios,  que entienden en el mejor de los casos que están allí porque Dios los llevó. Son gente que necesitan ser pastoreadas y guiadas en la consecución del propósito de Dios para ellos. No son líderes guiados por sentimiento egoísta de cumplir una meta o una visión, el líder cristiano no se mueve en ese egoísmo. Por otro lado,  ¿ha visto usted a un empresario de alto nivel de alguna compañía hablar de la forma en que pastorea a sus empleados?  ¡No lo creo!
  • El negocio de la iglesia es hacer discípulos.  Capacitarlos para que desarrollen madurez para enfrentar los retos de la vida y que sean capaces de guiar a otros como ellos fueron guiados.
  • El liderazgo secular, por ejemplo, otorga una gran importancia al logro por medios cuantificables.  La iglesia no cuantifica el “éxito” por la asistencia al culto o cuán grande es el ministerio o por cuanta ofrenda entra.  La palabra “éxito” tiene una diferente connotación cuando es aplicada a la iglesia.


               Estas que he mencionado, como otras que por la extensión del escrito dejaremos para otra ocasión,  nos dan una idea de que el barco y el avión aunque se parecen no son los mismos ni se manejan igual.   Los líderes cristianos deben ser intencionales al permitir que el evangelio moldee su concepto de liderazgo.  El desarrollo de líderes competentes, estratégicos y decisivos se debe hacer con el objetivo principal de la “propagación del evangelio” a todas las naciones.  Si la iglesia pierde el centro de su desarrollo de liderazgo, entonces la iglesia deja de funcionar de manera única como iglesia.
               Recientemente,  de camino a mi trabajo  me percato de un joven que sentado al frente insistentemente veía vídeos de liderazgo en el internet.  Desconozco si este joven sostiene o vive bajo algún principio de fe, pero lo que si me llamó la atención eran los modelos de liderazgo que estaba viendo.  Por lo general, los modelos de liderazgos a lo que se enfrentan los líderes de las iglesia locales, no representan la realidad de sus entornos.  Son modelos norteamericanos de liderazgo,  de mega-iglesias,  de empresas que responden a una economía mucho más solvente que las de los entornos latinoamericanos.   Son modelos extranjeros, no parten de una conciencia de realidad étnica, social y comunitaria y evidentemente económica de la comunidad atendida.   Responden a modelos económicos de mercado y no a realidades humanas y espirituales.  Más aún, el problema se agudiza cuando el pastor o líder compra la idea de este modelo de liderazgo y pretende ponerla en función en el lugar donde no es compatible.  Teniendo como resultado un aumento en el nivel de frustración de sus líderes, el atropello del feligrés al intentar imponer una incompatible visión y el desasosiego que el propio líder se crea provocando ansiedad y cargas innecesarias.  Sería un gran reto que pastores y líderes de las diversas localidades desarrollaran congresos bajo principios de vivencia locales y reales. De principios que retraten sus entornos y lo hagan efectivos.  ¿Cómo debe ser el liderazgo de un pastor en un barrio, campo, pueblo pequeño, etc.?  ¿Hasta dónde una visión o misión se adapta a su presupuesto de menos de $50 mil dólares al año para mantener toda la funcionalidad de la iglesia?  ¿Qué misión se debe cumplir y bajo qué principio?

               Ahora, es necesario establecer balance.  No he pretendido con este corto análisis desmerecer la necesidad de una educación del liderato de la iglesia, de ninguna manera.  Lo que si pretendo es una invitación reflexiva para poder establecer las métricas y los límites de cada perspectiva de liderazgo.  Que cada líder o pastor las tenga claras y enseñen a sus líderes a establecer las diferencias.  Considero que es necesaria la existencia de un liderazgo no teológico dentro de la iglesia, con el conocimiento para  manejar presupuestos, administrar los bienes, que sepa tomar decisiones importantes  y establecer lo prioritario.   Cada iglesia tiene la responsabilidad de una educación en todos los aspectos que circunscriben la vida de ese feligrés\líder que tenemos en frente. Es necesario abordar un liderazgo desde nuestra perspectiva caribeña, isleña y latinoamericana que permita ser efectivo en el cumplimiento de la labor encomendada. Cumplir el propósito de Dios no es afanoso, pero si responsable.  Definitivamente el evangelio es una aventura que requiere únicamente sembrar y como expresa la escritura “el crecimiento lo da Dios”.
                



[1] https://www.drucker.institute/perspective/about-peter-drucker/
[2] Drucker, Peter F. (Peter Ferdinand), 1909-2005. (1990). Managing the non-profit organization: practices and principles. Oxford :Butterworth-Heinemann,
[3] https://bible.org/seriespage/5-why-cant-we-run-business-church
[4] http://www.glenwoodhillbiblechurch.org/article.asp?ID=621&Catname=the%20Church

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