El servicio cristiano ha sido una de las piezas esenciales en el quehacer de la iglesia desde los primeros siglos del cristianismo.   Este término por lo general se define en relación al acercamiento que la Iglesia debe tener hacia la comunidad creyente y no-creyente.  Aunque el servicio al prójimo, en el templo y a los extranjeros estaba debidamente estipulado en el Antiguo Testamento para el pueblo de Israel,  nosotros, como Iglesia constituida y llamada en el Nuevo Testamento encontraremos en Cristo el modelo a seguir para la realidad de hoy.  No cabe duda que en Mt. 20:28 cuando dice: “El hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir…”, fue el norte de su función ministerial y eventualmente el modelo que discípulos y apóstoles imitarían y que como resultado sería una de las características fundamentales y dinámicas de la subsecuente Iglesia. (Ver Hechos de los apóstoles).
 Ciertamente, que para poder llegar a una mayor comprensión de la realidad del servicio cristiano existen tres elementos que se deben considerar y que a la vez dan forma a este tema, los cuales son: el Llamado, el servicio y el voluntarismo.

El Llamado

Un concepto que todo creyente que lee este artículo debe entender es que si se considera parte de la Iglesia, usted ya ha sido llamado para servir, Mc 16:15, Mt. 28:19-20, Hch 1:8.  Además, podemos ver a través de las Escrituras que es imposible confesar una fe sin el servicio que lo evidencie MT. 25:40,  Stgo 1:27; 2:14.  Más aún, Cristo expresó el gran cuestionamiento que podrá mostrar el testimonio de aquellos que dicen profesar la fe cuando dijo: “Por sus frutos, lo conoceréis”, Mt 7:20.  Estas palabras de Cristo, no fueron sólo para distinguir al impío del converso, sino también, para distinguir las acciones de aquellos que dirán profesar la fe en Jesucristo. 

No obstante, a la hora de hablar de llamados al servicio muchos creyentes confunden la idea del mismo y lo relacionan sólo a labores ministeriales. Está equivocada percepción ha generado gran conflicto debido a que se ha delegado o sobrecargado a un sector del liderazgo congregacional y a la vez propicia que la otra parte del grupo sólo sean meros espectadores o componentes inertes dentro de una congregación.  En el peor de los casos surge una falta o escasa responsabilidad hacia lo esencial de la función eclesial y comunitaria de la congregación.

Otro aspecto de alta malinterpretación es el balance entre el micrófono (una parte en el servicio) y el verdadero servicio cristiano.  Me retumba en la mente la frase famosa de muchos creyentes “a mí no me dan parte”,  lo ignorante de esta aseveración es que muchos no saben explicar que es una parte en el amplio ministerio de la Fe.  Sin embargo, es necesario saber que una parte en la liturgia no es la totalidad del ministerio o el servicio que un creyente debe dar.  Si usted cree que una participación en el altar es lo determinante o lo define como servicio cristiano, le recomiendo a reevaluar sus apreciaciones de la fe cristiana.  El servicio cristiano debe trascender las barreras de una mera participación en un altar y llegar de forma efectiva a la gente.  Fue lo que Cristo hizo y debería ser el modelo a seguir.  Además,  el altar no es para todos, pero el llamado a servir sí lo es (Mc 16:15), así que, hacer discípulos es la tarea que nos toca, hay tareas esenciales de la iglesia en las que podemos contribuir con nuestras habilidades y un mundo que tocar con nuestro mensaje.  Recuerde, el llamado es uno dado a la totalidad de la Iglesia.

El Servicio

El servicio, como mencione, ha sido una de las funciones de la Iglesia desde los principios de la cristiandad.   Ahora, si hacemos un estudio en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) podemos ver como Jesús rompió todos los patrones de servicio en relación a la costumbre del momento.  Cristo en la figura de Jesús, dio la cátedra de un servicio retador, por ejemplo:
  •          Retó los estatutos de la ley al permitir el toque de la mujer del flujo de sangre, de leprosos y muertos, ya que esta acción lo hacía inmundo.
  •          Comió en casa de publicanos, lo cuales eran considerados pecadores por los sectores religiosos.
  •          Trabajó y realizó milagros en sábado.
  •          Reto a las órdenes político-religiosas de ese entonces con su mensaje (Fariseos, Saduceos, Herodianos, etc.).
En el Libro 10 Palabras Claves de Jesús de Nazaret, el capítulo que trata del Jesús Liberador, la teóloga brasileña Ivonne Guevara expresa, y cito: Jesús no solo vino a cumplir una misión salvífica, sino que demostró más allá de esto, una actitud retante y liberadora del medioambiente en que vivía.  Su perspectiva desde los pobres le dio la amplitud para enseñar y demostrar lo que era necesario hacer para tener la equidad necesaria en el mundo que vivía.”

Así que, el servicio es más que un micrófono en la mano, es uno retador, encomendado por el Señor para todos en su palabra.  Es por esto, que es imposible que un lavado con la Sangre de Cristo, se quede en un banco esperando a ver que Dios me dice o me revela.  Ese tipo de actitud es escapista, una excusa o pretexto para no hacer nada o una demostración excesiva de una espiritualidad simplista.  Si el Señor estipuló en su palabra el deber cristiano del servicio y el llamado es para todos, la pregunta sería, ¿Qué espera usted? El inicio de Mateo 25:31,  una porción no muy discutida en nuestros círculos religiosos, Cristo estipuló el destino de aquellos que no hicieron lo que debían hacer.   Claro, podrá usted pensar es que yo me salvo por fe, y tiene razón, pero otro lado, la demostración de esa fe está en el servicio desinteresado que se da a los demás. 

Por último, recientemente publiqué un artículo en el cual expresaba lo siguiente: "La valorización académica del sacrificio de Cristo, aunque necesaria, no es muestra genuina de un verdadero arrepentimiento, esta debe ir acompañada de la práctica y el testimonio”.

Servicio Voluntario

Para empezar el término voluntario proveniente de la acción decidida humana o acción de la voluntad, no es un término que aparece en las escrituras.  Más bien,  es un término moderno que acuña la idea de una acción hacia una causa si esperar remuneración alguna.  Sin embargo, es bueno aclarar que el término aunque no aparece en la biblia, es muy correcto y cumple el propósito semántico del mismo para la realidad de hoy.

No obstante, el término voluntario tampoco era parte del vocabulario de los primeros creyentes.  Éstos entendían que ser parte de la Iglesia los hacía responsable de obrar y servir por el bien de todos (Hch 2:42-47).  No existía el no puedo o no tengo el tiempo, en otras palabra, no era una opción el servir en la obra.   Aprendí de un pastor la siguiente frase “voluntario es recibir a Cristo, pero una vez en ÉL, trabajar es una responsabilidad”.  Esto significa que si tenemos de modelo lo que los apóstoles imitaron de Cristo, entonces, todos sin cuestionamiento alguno nos ubicaríamos en tareas relacionadas a la Iglesia como parte de nuestra responsabilidad y no como una opción.

El ser voluntario es una de las actividades más puras que un feligrés puede tener, ya que en ella está envuelto un genuino deseo de ayudar sin esperar nada a cambio.  No es lo mismo el que trabaja por paga, que aquel que de corazón da a Dios.   Además, el servicio voluntario no sólo contribuye a un bien personal, sino que edifica la comunidad de fe, o sea,  el Cuerpo de Cristo.  Es imperante que cada uno que lee este artículo tenga en mente la necesidad siempre permanente del servicio voluntario en la Iglesia, por varias razones:
  •        Hay un mundo que se pierde y está en espera de una respuesta apropiada de la Iglesia.
  •          Creamos un balance, evitamos el desgaste de otros hermanos de la Iglesia. (Pastores, líderes, etc.)
  •          Abonamos al crecimiento no necesariamente de nuestra congregación, sino del cuerpo de Cristo en su totalidad.
  •          Traemos diversidad funcional al ministerio de la Iglesia.
  •          Es una repuesta de la fe que profesamos. (Stgo. 2:17-26)
  •          Garantizamos y aportamos a cambios generacionales en nuestra sociedad, dejando un legado a futuras generaciones.
  •          Es seguir el modelo de Cristo como parte de la tarea evangelizadora.
Quizás son muchas más las razones, pero mi consejo para usted es que sea parte activa del ministerio de la Iglesia.  Posiblemente por falta de tiempo no podemos realizar unas tareas adicionales, pero si la congregación y sus ministerios proveen la oportunidad procure ser parte de la misma.  

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