A través de las edades, pero en especial a partir de la Ilustración se desarrolló una crítica más intelectual de los elementos y eventos determinantes de la humanidad.   Esta época que comenzó a partir del siglo XVII y terminando para algunos a principios del Siglo XIX se denominó como la época de la razón,  para otros, la época de la luces.

Lo importante de esta época es que las ciencias cobraron un papel sumamente importante en el desarrollo de la investigación científica, se abandona el rol tradicional de la iglesia y se ubica a Dios como un asunto meramente del plano personal,  todo se tenía que ver por un método empírico  probable y tangible.  Ademas, la ilustración se caracterizó por la pluralidad y tolerancia.  Convivirán ortodoxos, católicos y protestantes; deístas y partidarios de la religión natural como también ateos. 

Este detalle es bueno tenerlo en cuenta ya que, los aparentes conflictos entre la ciencia, la razón y la fe no son algo nuevo, sino que, es una lucha de muchos siglos y épocas muy distantes a la nuestra.  Para la mayoría de los filósofos, la ilustración incluía el rechazo del cristianismo tradicional.  La aparición en el seno de la ilustración de estas tendencia no religiosas se terminó de desarrollar en la Revolución Francesa.  No obstante, el rechazo  o marginación de la fe surgido y heredado de estos tiempos perdió de perspectiva el elemento de la trascendencia, en otras palabra, el origen de  todas las cosas.  La ciencia entonces solo podría explicar a  través de un método los elementos temporales, pero a su vez, carecía de la perspectiva última que los llevaría a la gran verdad que los rodeaba.  La historia nos muestra que en siglo XIX y XX hubo muchos avances en las ciencia, tecnologías y la medicina que le han permitido al hombre visualizar el mundo de otra perspectiva. Sin embargo, a mediados del siglo XIX y XX también surgió cierta reconciliación entre la razón y la fe, pero no del todo.

Al hablar de la fe y las ciencias naturales no debe surgir recelo de una parte hacia la otra, ya que veremos más adelante que ambas se complementan para encaminarnos a la verdad.  Cuando se habla de fe y ciencia (Razón) es necesario mencionar la posición expresada en la Carta Encíclica del  Papa Juan Pablo II a los Obispos de la Iglesia Católica en relación a la FE y la Razón, llamada Fides et Ratio.  En esta carta el Papa Juan Pablo II dejó claro la razón fundamental de la fe y su ultima verdad.

La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad"(FR, intro)

Este postulado no omite el uso de la razón, sino que ve en esta un complemento en el cual la humanidad llegaría a una comprensión mayor de la verdad existencial. El hombre a través de las ciencias o la razón solo podrá encontrar verdades temporales e inmediatas, por otro lado, la fe trasciende ese esquema y va por medio de ella misma a la Verdad final absoluta, Dios.

No obstante, es importante recordar que a partir del siglo III la misma teología se ha servido en gran medida de la filosofía (una ciencia) para comprender las verdades metafísicas de la fe.  A pesar de que la filosofía ha sido un vehículo de la razón para comprender la verdad espiritual,  hubo ciertas salvedades sobre el uso de la misma planteadas por Santo Tomas de Aquino.  Para él, las verdades de fe y las de la razón tienen que coincidir, ya que, según él, ambas provienen de Dios. Si alguna vez la razón contradice a la revelación (palabra de Dios), es porque el hombre se halla equivocado, siempre es la razón la que debe someterse a la fe.

Por tanto, el pensamiento tomista ha consistido en un esfuerzo por integrar la filosofía (aristotélica) con la teología, creyendo útil la utilización de ambas para lograr la salvación. Aunque ambas teorías son compatibles -según Aquino- son diferentes. La filosofía se ocupa de las verdades accesibles a la razón humana y su alcance es limitado. Pero dado que la filosofía se preocupa por el ser, sus causas y principios, esta debe estar coronada por la metafísica y buscar la causa primera de todo ser, Dios mismo.  En adición, en la misma encíclica Juan Pablo II trata  de la interacción de la Filosofía y la fe, y dice;

“La palabra de Dios se dirige a cada hombre, en todos los tiempos y lugares de la tierra; y el hombre es naturalmente filosofo” (FR 64).

Con la premisa antes expuesta, comienza Juan Pablo II dando pie a una relación estrecha entre el hombre, por naturaleza filósofo y la Revelación de Dios que lo incita a investigar y cuestionar en busca de la verdad.  Expresa que la teología se organiza como ciencia de la fe a la luz de un doble principio metodológico: el “auditus fidei;  escucha de la fe", es decir, exponer y aclarar los datos de la fe tal como lo expresa la  Escritura, y el “intellectus fidei, o inteligencia de la fe", es decir, sistematizar los datos de la fe; comprenderlos a través de analogías, conectarlos unos con los otros, etc.  Ante esta, Juan Pablo II hace un recorrido por diversas posiciones teológicas tradicionales de la Iglesia, entre estas la Teología Moral, Fundamental, etc., en las cuales recalca su valor y aportación histórica, dejando sobre de ellas el gran reto de concientizar a las generaciones modernas con la declaraciones básicas de la Revelación Divina a través de Cristo.  Es necesaria la filosofía, “ya que esta funge como interlocutora para verificar la inteligibilidad y la verdad universal”.  Menciona el Papa, “que si el teólogo rechaza la ayuda de la filosofía, correría el riesgo de hacer filosofía sin darse cuenta y de encerrarse en estructuras de pensamiento poco adecuadas para la inteligencia de la fe”. (FR 77)

Finalmente,  podría decir que la razón nos lleva a comprender, analizar y cuestionar en el buen sentido de la palabra los principios de fe que afectan directamente nuestro andar cristiano, pero por otra parte, es la fe la que nos lleva a un conocimiento del origen de estas verdades. Vea lo siguiente:

       La razón humana, por sí sola, nada aporta a la teología.
       La fe sola, sin doctrina ni razón, no podrá defenderse.
    La razón humana, abierta a la luz de Dios, sirve para valorar, interpretar y ordenar las realidades naturales y de fe.

Dejando ya brevemente explicado el asunto de la razón filosófica y su interacción con la teología, debemos ver en general como se afectan mutuamente otros campos de la ciencia en relación con la fe.   Sabemos que la Sagradas Escritura es la fuente de toda la Revelación Divina.  No obstante, cuando tratamos de establecer la relación de las ciencias y la escritura, nos referimos a estas como mediaciones o lugares teológicos.  El término mediaciones o lugares teológicos automáticamente infiere el lugar donde encontramos evidencias teológicas o lugares que nos ayuda a mediar principios básicos o estructurados de la fe,  es particular ver que esto no tiene ninguna relación con Inspiración Escriturar, sino que, estas ciencias solo nos ayudan a explicar a profundidad los postulados teológicos establecido en la escritura. 

Por ejemplo, cuando la historia confirma eventos, relatos y también nos da el orden cronológico de los eventos, nos permite clarificar datos relevantes de la historia de la Salvación humana.  Si las ciencias sociales estudian el comportamiento de las sociedades, esta nos da la idea de cómo Dios ha trabajado con la humanidad, como también, la idea de cómo evangelizarla o ejercer la caridad.  Si la psicología estudia el comportamiento y la mente del individuo, sabremos distinguir entre los que son manifestaciones por condiciones espirituales o simplemente un asunto médico.

Es realidad que las Sagradas Escrituras no son tratados de ciencias y matemáticas, como tampoco es uno de historia o geometría,  es la revelación de Dios y su expresión de amor hacia la humanidad.  Sin embargo, si la Biblia fuera expresada en términos meramente científicos o razonables vendría a ser un libro más en la historia humana.  Otras ciencias como  la música, el arte, la antropología y la medicina son lugares en donde podemos encontrar estas mediaciones o lugares teológicos, que como mencioné, no son lugares de inspiración espiritual como las Sagradas Escritura, sino que estas ciencias nos aclaran la verdad temporal y existencial de la humanidad, la cuestionan y propician su investigación,  pero que a su vez sirven a la teología y la teología sirve a la Fe.

No deben existir problemas en la compresión teológica y las ciencias naturales, al contrario, una se sirven de la otra.  Lo importante de las ciencias es lo mencionado por Santo Tomas de Aquino; “que la compresión de estas no puede estar por encima de la FE”, este es el principio básico de comprensión universal.  La razón como mencioné anteriormente solo nos permite aclarar, indagar e investigar la realidades bíblicas, pero es la fe la que nos lleva a comprender la trascendencia de esas verdades expuestas.

Referencias:
Carta Encíclica Fides et Ratio de Sumo Pontífice Juan Pablo II a los Obispos de la Iglesia Católica. http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_14091998_fides-et-ratio_po.html

Rivera Belloso, J. (1996) Introducción a la Teología.  Biblioteca de autores cristianos, Madrid,  191

Related Posts:

  • El Nuevo Legalismo Si bien,  es verdad que la prosperidad es bíblica y que se debe predicar de manera responsable, también deber ser de conocimiento que la desproporción de ésta enseñanza podría convertirse en una herejí… Read More
  • SALVACIÓN INDIVIDUAL, mal manejada, concepto peligroso Quizás el título te llamó la atención y pensarás que este artículo está diseñado para rebatir la idea de la salvación individual.   Bueno, no necesariamente, ya que como pastor creo y he predicado abiertamente es… Read More
  • SALVACIÓN: Fe, Gracia o por Obras A través de nuestra era cristiana uno de los temas que ha cautivado a los teólogos y pensadores es la Salvación del hombre.  Como parte de esta discusión milenaria,  se ha tratado de ubicar cual es o son los proc… Read More

0 comentarios:

Visitas

20520

Visitas globales

Powered by Blogger.

Translate

Contáctenos

Name

Email *

Message *

Más Vistos

Blogger Templates